Foto de Germán Maass

martes, 30 de noviembre de 2010

Una dirección, varias preguntas (*)

Una joven mujer con varios hijos pequeños llega al centro de salud en una situación de urgencia social. Perdió su casa en un incendio y estuvieron durmiendo en la calle.



Tuve 4 entrevistas con ella. Durante los tres primeros encuentros solo habló de su preocupación por no tener un techo, de sus recorridas buscando ayuda, volviendo siempre al tema de no tener que darle de comer a sus hijos. Se la ve desesperada. Los padres de los niños no pasan cuota de alimentos. Y una frase que se repetía “todo lo hago por mis hijos”.


Le doy mi número de teléfono para que pueda comunicarse directamente conmigo. Un domingo a la mañana me manda un mensaje de texto diciendo “que estaba internada, que estaba sola…” la llamo y decido ir a verla.


Superviso el caso y la indicación es que es necesaria la intervención de trabajo social.


La llamo en varias oportunidades y no logro comunicarme. Después de dos semanas vuelve a la consulta. Allí me cuenta que estuvo internada hasta unos días antes.


Lo primero que le planteo es que hay situaciones que exceden lo que se puede trabajar en el espacio terapéutico; que la realidad que ella está viviendo es muy compleja y le doy en un papel escrita la dirección de desarrollo social y el nombre de la persona con quien debía hablar. Le remarco que este espacio está abierto si ella tiene deseos de trabajar las cosas que le pasan más allá de esta realidad compleja que nos excede, si ella se hace alguna pregunta o tiene alguna inquietud en relación a las cosas que le ocurrieron o le ocurren. Y me quedo en silencio y con una actitud diferente a los encuentros anteriores, hace silencio, lee el papel y lo guarda. Después de unos minutos comienza a relatar la operación ginecológica que le realizaron y como transcurrieron sus días internada. Plantea que esta cansada, “que va a ser siempre igual” ante lo cual le digo “para mi si vos hoy estas acá es porque crees que hay una opción diferente”. Hace un prolongado silencio. Lo sostengo.


Luego comienza a decir que no sabe bien en que consistió la cirugía pero menciona que quien la acompañaba le dijo “te vaciaron”. Estas palabras produjeron en ella desesperación; refiere que planteo “quiero hablar con la psicóloga para que me diga que siente una mujer”. Toda la entrevista hablo del tema de su feminidad y de lo que le generó enterarse que “la vaciaron”. Comienza a preguntarse como será ahora la relación con los hombres, si sentirá deseo, que va a ocurrir en su cuerpo, si tendrá sus períodos, etc.


Esta mujer pasó de su entendible y dramática realidad social a un lugar diferente, donde su ser mujer comienza a quedar interrogado. Llega al centro de salud con un pedido de ayuda antes que con un pedido de análisis.


La pregunta por la femineidad comienza a tomar forma a partir de un real que irrumpe, que desestabiliza, que la deja vaciada de ese significante que respondía ahí: ser mujer es ser madre. Un sin sentido abre una dimensión que hasta el momento no se había desplegado. Despliega una pregunta.


Jacques Alan Miller en “C. S. T.” plantea que “este sin sentido que equivale a un encuentro con lo real tiene como consecuencia un llamado al saber supuesto”.


Aquí “la psicóloga” queda ubicada como un otro, lugar del significante, siguiendo a Miller erigido como un sujeto supuesto al saber.


Podemos pensar que tenemos los elementos esenciales y una posibilidad. Una mujer que consulta por una urgencia real, una operación/dirección y una pregunta y esta pregunta en lugar de ser respondida es puesta a trabajar, en la búsqueda de un saber, saber que siente una mujer. Puesto este saber en este primer momento en un otro.


Sostener la pregunta en el espacio analítico, sostener el vacio puede dar lugar a una elaborar de saber


En esa rajadura que se produce ante el “estar vaciada” se instala una pregunta para la consultante y también para la analista ¿hay aquí una entrada en análisis posible?.

 
Lic. Silvina Leguizamón.


Noviembre 2010

(*) El texto publicado es un trabajo presentado en la jornada de finalización del año por una participante del Seminario Clínico que articula su experiencia de pasantía en el Centro de Salud Municipal con los efectos de supervisión y lo trabajado conceptualmente durante el año. Agradecemos su generosidad al cederlo para su publicación en el blog.



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