Foto de Germán Maass

lunes, 19 de mayo de 2014

AL FILO DE LA ANGUSTIA- Clase de Graciela Do Pico


Así decidí titular esta clase, cuya docente nos sorprende de entrada al afirmar que el título del Seminario que leemos este año, La angustia, no es el tema del Seminario. En el contexto de la víspera de su “excomunión” de la IPA, eso que estaba en las tripas de Lacan lo conduce en ese camino que comienza con la angustia ante el deseo del Otro y termina en la separación del objeto, ese a que será su invención. En el trayecto, la angustia es el conductor, sobre el filo de la angustia su discurso se dedica a poner distancia de la matriz significante, de esa red significante que se dedica minuciosamente a organizar para luego decir: “no es eso de lo que se trata en la angustia”, el pez se escapa.
Es así como siguiendo la cartografía de la angustia, arribará a la capital, que se resume en la fórmula: “la angustia es señal de lo real”. Pero antes de tirarnos de cabeza en lo real del goce, etc., Graciela propone adentrarnos en el camino que hace Lacan en el Seminario. Pasar por ese efecto de carta robada que se produce al buscar ese real, que no está donde debía estar, que se encuentra allí donde no se lo esperaba, que se presenta inesperadamente y que sobre todo, concierne al cuerpo, con el que se tiene una “oscura intimidad”.
El cuerpo del estadio del espejo y de lo imaginario, ese cuerpo sin órganos, marcado por la falta significante, cambia de estatuto en la medida en  que es cede de la angustia. El esquema de la división (tanto del S, sujeto como del gran Otro) propuesto por Lacan, cuya principal consecuencia es que deja como resto el objeto, a, es el fundamento. Un resto de goce que es garante de la alteridad del Otro, de que sea Otro y no Uno. Al mismo tiempo degradación del deseo, engañoso, e inflación del goce en los trozos, pedazos de cuerpo.
Consecuencia para la posición del analista: operará en tanto suscite alguna familiaridad con lo unheimlich. Que él mismo responda a la estructura de lo extraño, que se convierta, con su cuerpo, en esa extrañeza cuya puerta de entrada es la angustia. Es el modo de alterar la defensa del sujeto.

Karen Monsalve